Cartas dentro de una botella I

Isla desconocida
Primera carta dentro de una botella

Julio de 1953

Seguramente, cuando alguien lea esto, yo ya estaré muerto. Naufragué del navío KP3-1952 de la Marina Estadounidense hará tres semanas después del impacto de un misil ruso. Las cajas de madera que se desprendieron de la bodega vinieron flotando a esta isla desierta y me permitieron alimentarme estas tres semanas. También encontré maletas que contenían tinta y plumas, así que con eso puedo escribir esta carta.

En primer lugar, sé que esto no va a servir de mucho, principalmente porque no sé dónde estoy. El centro de esta isla es muy boscoso, y cuando me adentro en su espesura me encuentro con tarántulas, lagartos, serpientes y mosquitos. Me siento incapaz de explorar su interior sin morir en el intento.

En segundo lugar, no me queda mucho tiempo. Sólo ha llovido dos días y las botellas con las que recolectaba agua empiezan a presentar un notable desgaste. Mis cerillas quedaron inutilizadas por la lluvia y planeo incendiar el centro de la isla con el único encendedor que me queda para que alguna unidad aérea pueda localizarme.

En tercer lugar, y como siempre, admito que soy un despistado. Debería haber empezado por lo siguiente: Me llamo Jonas Perrington y soy de Reino Unido, concretamente de Liverpool. Llevo sirviendo a los aliados desde la segunda guerra mundial y sigo con mi servicio porque no tengo a nadie. La única que me echará de menos es mi madre, demente, de 89 años. Sé que tampoco va a sufrir mucho, porque sus quebraderos de cabeza le hacen olvidar muchas cosas. Seguramente no recordará que tiene un hijo en el frente.

Los primeros días en la isla me sentí triste porque iba a morir sin que prácticamente nadie lo notara. Supongo que debe haber algún listado del barco que confirme que me encontraba en él durante el accidente. Ahora mismo deben pensar que estoy en el fondo del océano descomponiéndome. Los únicos que echarían de menos mi presencia fallecieron en el hundimiento del barco. 

Si alguien encuentra esta carta, por favor, avisen a mi madre del trágico accidente y pídanle que rece por mí. Por favor, intenten buscarme en algún lugar del pacífico, cerca del barco accidentado.

Jonas


Segunda carta dentro de la misma botella

Algún día del 1954

Tiene gracia. 409 días después de que mandara esta carta sigo vivo. Lamentablemente, no tengo a mano un calendario para escribir qué día es hoy.

Llevo mucho más de un año sobreviviendo en esta isla. La corriente ha vuelto a traer esta dichosa botella a mi isla. Sigo aquí porque he aprendido a comer serpientes, arañas, escorpiones, hervir agua para podérmela beber, y, lo más importante, he explorado esta isla.

Este lugar no es desconocido, no estoy en una isla desierta. Los primeros días su tamaño no me preocupó, pero ahora dudo de que este pedazo de tierra no esté en ningún mapa. Lo más importante es que en la parte oeste de su selva existe una cueva artificial, llena de puertas cerradas con llave que no he podido abrir. En sus puertas hay letras pertenecientes al alfabeto cirílico, por lo que sospecho que los rusos podrían estar detrás de esto.

Por favor, si alguna vez alguien recibe esta carta, busquen por el pacífico una isla en forma de triángulo donde el vértice más elevado está orientado hacia el oeste. Hay algo debajo de estas cuevas que vibra y retumba cada noche, y mi interés por saber lo que es es lo que me mantiene con vida.


Jonas

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